Mismo virus, diferentes realidades.

El 1 de diciembre, Día Mundial del SIDA, recordamos una verdad que duele: el virus es el mismo en todo el mundo, pero la vida de quienes tenemos el virus depende del lugar donde nacimos y de cuánto dinero destinan los gobiernos a nuestra salud..

Cuando ya deberíamos estar celebrando el fin de la epidemia, los fondos globales para el VIH siguen disminuyendo. Si no frenamos esta desigualdad, corremos el riesgo de perder décadas de avances.

Manifiesto

Este año queremos lanzar un mensaje de lucha que no afecta exclusivamente a las personas que tenemos VIH del Estado español. Queremos abordar un problema de ámbito mucho más amplio. Solidarizarnos y visibilizar otras realidades que viven las personas con VIH en el mundo y en nuestro país, porque esas realidades también tienen que ver con nosotres.

Millones de personas con VIH enfrentamos grandes dificultades para vivir. Entre ellas, la falta de acceso a medicación efectiva y de última generación, la precariedad de los sistemas de salud y las restricciones a la movilidad de las personas con VIH. Ya sea para nuestra entrada, permanencia o residencia en algunos países.

Estas situaciones son un claro ejemplo de cómo las personas con VIH no disfrutamos de los mismos derechos que el resto. La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 12 que “todas las personas tienen derecho al más alto nivel posible de salud física, mediante (entre otras cosas) el acceso a terapias de prevención y tratamiento de enfermedades”.

Asimismo, el artículo 13 establece que “toda persona tiene derecho a la libertad de movimiento”, es decir, a circular libremente y elegir su lugar de residencia. Impedir viajar, trabajar o residir por tener VIH es una forma de discriminación institucionalizada.

En el terreno más práctico, la reducción de la financiación de programas de prevención y de respuesta a la epidemia del VIH a nivel global provocará millones de muertes y de nuevas infecciones.

Aún en 2025, casi 50 países imponen restricciones de entrada, residencia o trabajo a personas que tenemos VIH. Como, por ejemplo, Canadá y Australia. Organismos internacionales como ONUSIDA y la OMS han declarado repetidamente que no existe ninguna justificación de salud pública para aplicar restricciones de movimiento a las personas con VIH.

El derecho a la salud y el libre movimiento son factores clave para garantizar el desarrollo pleno de todas las personas, tengan VIH o no.

Nuestro objetivo es claro: vivir en una realidad en la que el VIH no sea motivo de discriminación, exclusión o restricción a la libre movilidad; y donde todas las personas tengamos garantizado el acceso universal, sostenible y equitativo a los tratamientos antirretrovirales, independientemente del lugar en el que vivamos o de nuestra situación económica.

Esto debe alcanzarse mediante la construcción de sistemas de salud sólidos, sostenibles, globalmente interconectados y capaces de garantizar la continuidad de los tratamientos. Es necesario un sistema global que asuma, de manera compartida, la obligación de proteger la salud de todas las personas que tenemos VIH, asegurando medicamentos, atención integral y políticas públicas que promuevan la vida y la posibilidad de cruzar fronteras sin ser juzgades, marginades o rechazades por nuestro estado serológico.

Esta visión está guiada por la convicción de que la justicia social y los derechos humanos son el núcleo del cambio. Reconocemos que el derecho a la salud debe estar por encima de fronteras y no tener excepciones, y que la lucha contra el VIH solo será efectiva si se erradican las prácticas discriminatorias y se respeta la libre movilidad de todas las personas. El cambio que proponemos se sostiene en los principios de igualdad, solidaridad y dignidad.

Es necesario que el hecho de tener VIH no nos prive de disfrutar plenamente de todos nuestros derechos ni de desarrollarnos como personas. El cumplimiento de los derechos humanos ha de ser una tarea internacional y no puede depender de cada Estado, porque el VIH no entiende de fronteras, ni de estigmas.

¿Y qué podría ocurrir si no hay cambios?

¿Y qué puedo hacer yo?

Exigir los mismos derechos para todas las personas con VIH y no tolerar que un mismo virus conlleve distintas realidades.
Hagamos comunidad de nuevo. Apoyad nuestro manifiesto y compartid nuestra campaña.

Fuente usada en la cronología:
Cavalcanti, D. M., de Oliveira Ferreira de Sales, L., da Silva, A. F., Basterra, E. L., Pena, D., Monti, C., Barreix, G., Silva, N. J., Vaz, P., Saúte, F., Fanjul, G., Bassat, Q., Naniche, D., Macinko, J., & Rasella, D. (2025). Evaluating the impact of two decades of USAID interventions and projecting the effects of defunding on mortality up to 2030: A retrospective impact evaluation and forecasting analysis. The Lancet. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(25)01186-9